domingo, 13 de diciembre de 2009

JANUCA "LA FIESTA DE LAS LUCES"


Hola, en cuestión de religión, mi única pauta constante en esta cuestión es la necesidad de relacionarme con un ser supremo, yo antes decía que el viernes era musulmán, el sabado judío, el domingo cristiano y el lunes mexicano, los demás días podía varíar de acuerdo a las festividades de las otras religiones, ya fuera sintoista, budista, animista, etc. he querido empezar con el relato de una festividad judía, una religión muy apreciada por mi.



JANUCA "LA FIESTA DE LAS LUCES"

Celebramos alegremente Janucá, encendiendo la Menorá (Candelabro de 8
velas), durante ocho días, para recordar que, con la ayuda de Di-s,
podemos sobrellevar todos los obstáculos, y que los justos son los que
finalmente triunfan. Pero, ¿Por qué llamamos a Janucá "La fiesta de
las luces"? , ¿Por qué no llamarla, por ejemplo, "La conmemoración del
aceite" o "El milagro de los ocho días"?





Antíoco de Epífanes gobernaba la Tierra de Israel durante el
período posterior a la muerte de Alejandro Magno. El se propuso
helenizar a los judíos prohibiendo la observancia de la Torá, y
forzándolos a cometer prácticas idólatras de la Grecia pagana.
Antíoco estaba apoyado por una fuerza de miles de soldados. Sin
embargo, los judíos se resistieron con gran valor, agrupándose bajo el
liderazgo de una familia llena de fe, los Jashmonaím. Unos bravos
luchadores judíos, los Macabeos, libraron una batalla incesante para
expulsar al enemigo de su tierra.





En una lucha increíblemente despareja, fueron coronados por la
victoria. Los enemigos huyeron y Jerusalem fue liberada. El Templo que
había sido profanado con los ritos paganos griegos, fue purificado y
rededicado. La Menorá, el Candelabro que simboliza la Presencia Divina
y la luz espiritual, fue nuevamente encendido con una vasija de aceite
que se encontró en el Templo y que no había sido impurificada.
Milagrosamente, la cantidad de aceite que normalmente hubiera
alcanzado para un sólo día, ardió durante ocho días hasta que se pudo
elaborar nuevo aceite puro.
Hoy celebramos alegremente Janucá, encendiendo la Menorá (Candelabro
de 8 velas), durante ocho días, para recordar que, con la ayuda de
Di-s, podemos sobrellevar todos los obstáculos, y que los justos son
los que finalmente triunfan.
Pero, ¿Por qué llamamos a Janucá "La fiesta de las luces"? ¿Por qué no
llamarla, por ejemplo, "La conmemoracion del aceite" o "El milagro de
los ocho días"?






Janucá es un proceso de transformació n espiritual con el que, a través
del encendido acumulativo de las velas, [treinta y seis en total], se
revela la luz de la Creación.
¿Qué significa la luz? Comúnmente la interpretamos como una metáfora
de sabiduría. Cuando comprendemos algo, comentamos, "ahora sí lo veo
claro".
En la Torá la luz es sinónimo de sabiduría. Con las palabras "hágase
la luz", el mundo emergió. El Talmud explica que esa luz iluminó a
Adán y Eva durante treinta y seis horas; desde el viernes en la tarde
hasta el final del sábado, tiempo en el cual Adán pudo visualizar el
mundo de un extremo a otro. Durante ese lapso, la "Luz Primordial", es
decir, la sabiduría intrínseca del propósito de la creación y la
verdad, estuvo a disposición del ser humano.
Sin embargo, esa luz fue escondida con el propósito de que fuera el
hombre el que tuviera que develarla por medio de sus acciones, y a la
vez se manifestara la superación de la oscuridad por el esfuerzo
humano. Esta intensa luz Di-s la ocultó en la Torá para que fuera
revelada nuevamente en los tiempos del Mashíaj. Por ende Janucá tiene
una estrecha relación con el Mashíaj.
Desde entonces añoramos esa luz, la buscamos y perseguimos a través de
la plegaria, el estudio y la meditación. No obstante en nuestros
momentos más oscuros podemos acceder a esa memoria nacida en esas
treinta y seis horas en que la humanidad como un todo, vivió imbuida
de esa "Luz Primordial".
Durante los ocho días de Janucá nuestro mundo dispone de la
luminosidad de esa luz gloriosa. A diferencia de las velas de Shabat;
las luces de Janucá no son para el disfrute personal. Por el
contrario, según la liturgia de esta fiesta "Estas luces son
sagradas... sólo podemos admirarlas".





A pesar de que nuestra percepción inicial de esa luz ha podido
empañarse, nosotros fuimos y somos esencialmente los amos de esa
visión. De hecho, las velas de Janucá se colocan en las ventanas como
faros para cualquier transeúnte, como símbolo de que la oscuridad se
ahuyenta con sabiduría, y que ésta puede ser disipada por la verdad de
la Torá.

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